Durante mucho tiempo la psicología solo se centró en los defectos, problemas y trastornos, lo que asumió una perspectiva limitada del desarrollo humano. A inicios del siglo XX, todo comenzó a cambiar.
Adler, un reconocido psicoterapeuta vienés, se negó a limitar la Psicología al análisis de los problemas y traumas del pasado, por lo que comenzó a mirar hacia el futuro, centrándose en las aspiraciones y potencialidades de las personas que acudían a su consulta en busca de ayuda. Prefería hablar en términos de estilo vital, un concepto equivalente a lo que hoy conocemos como estilo de vida, para referirse a la forma en que gestionamos los problemas, nuestra manera de afrontar la vida y la imagen que nos hemos formado de nosotros mismos.
Desde entonces, el campo del Crecimiento Personal ha seguido enriqueciéndose, sobre todo, gracias a la Psicología Humanista, que puso en el centro a la persona y su deseo de autorrealización.
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